Así dan clase nueve niños en el rural de Lugo. desde A.R.C.O.A. les ayudamos en sus tareas escolares

a falta de internet de calidad imposibilita que estos alumnos den las clases a través de videoconferencias.

Gracias a la ayuda de un grupo de radioaficionados, el profesor se comunica con los niños a través de emisoras.

Aunque no pueden verse las caras, esta solución les permite seguir aprendiendo a pesar del confinamiento.

En
un pueblo de la montaña de Lugo, en Baralla, las clases no pueden ser
online. La cobertura no llega a todos los lugares. Tampoco, a todas las
casas de los alumnos. Con la videoconferencia descartada como método de
conexión, había que buscar una alternativa. Y a Lois, profesor del
colegio, no se le ocurrió mejor idea que usar unos walkies talkies.

Desde
hace una semana, nueve alumnos de tercero de Primaria dan sus clases a
través de emisoras de radiofrecuencia por estar confinados en sus
hogares debido al COVID 19. Cada
niño, en su casa, cuenta con un aparato. El profesor, en la suya, con
otro. “Hacemos reuniones de unas dos horas para corregir ejercicios y
resolver dudas. Yo modero y ellos van hablando por turnos”. Lois Toirán,
profesor del colegio público Luis Díaz Moreno de Baralla y tutor de
estos alumnos. Pensó en las emisoras de radiofrecuencia porque en el
colegio hay una asignatura de radio y, precisamente, estaban preparando
unas clases de radiofrecuencia adaptadas a niños de Primaria.

Solo tres de los alumnos cuentan con internet de calidad
​Este
profesor tenía una cosa clara: solo haría clases online si los nueve
alumnos tenían acceso a internet. “Si no, no. No sería justo, aunque,
por otra parte, también me parecía injusto que los que lo tienen no
pudiesen hacer uso de él. Entonces, buscamos esta solución intermedia”,
explica. Porque solo tres de los niños tienen cobertura suficiente para
poder hacer, por ejemplo, una videoconferencia. “Aunque hay más de tres
que tienen internet, en algunos de los casos es de tan mala calidad que
solo les llega para recibir mensajes de WhatsApp y poco más”, asegura.

No
es lo mismo que verse y hablar en persona, pero con este sistema pueden
seguir haciendo y corrigiendo ejercicios de matemáticas o de ciencias
naturales. “Se adaptaron perfectamente, aunque noto que aún están un
poco cohibidos”, comenta Toirán.

Pero poner en marcha el sistema no fue fácil. Contaron con la colaboración de ARCOA
nuestro club de radioaficionados, que fue quien les cedió los aparatos.
También con la del ayuntamiento, que se encargó de repartirlos por los
domicilios de cada uno de los niños. Pero había un problema: había que
conseguir que la señal llegase a todos los hogares. Para ello,
instalaron un repetidor. “Con eso conseguimos que llegase a todos
excepto a uno, que tuvimos que colocarle una antena especial”, asegura
el docente. Porque las casas de estos alumnos se encuentran en un
entorno rural, a veces separadas por decenas de kilómetros de distancia.

Para
que la comunicación sea fluida, solo tienen que tener en cuenta tres
cosas: deben situarse en una habitación orientada hacia el sur, sujetar
los aparatos con la antena hacia el techo y, por último, hablar por
turnos. “Yo ejerzo de moderador, organizando lo que vamos a hablar, y
voy haciendo preguntas a cada niño. El alumno, en cada turno, contesta
al ejercicio y pregunta dudas”, explica.

A
pesar de no poder verse las caras, la adaptación de todos al
confinamiento y a la nueva forma de aprender está siendo muy
satisfactoria. Se han acostumbrado rápido a acabar cada clase con un
“cambio y corto”.

Fuente: termina_enlacearcoa

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