Un vecino de mi casa con el que nunca había hablado y por el que sentía cierto rechazo .

El 17 de este mes a la mañana, cuando estaba hablando en el mercado de frutas del barrio entró un vecino de mi casa con el que nunca había hablado y por el que sentía cierto rechazo. Nunca lo había oído hablar ni visto reírse, ni saludar. Muy reservado y serio. Yo estaba comentando que no sabía nada de mi madre, mi hermana, mis sobrinos ni mi cuñado desde el terremoto del día anterior. Mi vecino me interrumpió y me preguntó el nombre de mi madre y su dirección y me pidió un teléfono al que llamarme; lo anoté en un papel y dijo “veremos qué podemos hacer”. Su casa está llena de antenas y, por comentarios, sabía que tiene una radio. El 18 al mediodía sonó el teléfono de casa: era mi vecino, que me dijo que me iban a hablar, que tratara de escuchar ya que la señal era débil. Del otro lado me contestó alguien que se presentó como un radioaficionado colombiano y me explicó que él hacía puente con otro amigo de Cuzco. Me preguntaron si mi madre era Gladys Fortuna, si su número de documento era tal y si vivía en Paihuano. Bueno, me asusté… pero luego de escucharlo hablar con el peruano llegó la confirmación de que mi familia estaba bien, sana y sin daños materiales en la casa. Me fueron diciendo ellos solos los nombres de qué parientes estaban del otro lado para tener seguridad y tranquilidad. Al cortarse la transmisión, mi vecino me explicó que por el estado del tiempo no podía hablar con Chile directamente, así que había estado buscando cómo hacer una cadena para poder ubicarlos. Así que hable a través de Colombia y Perú a Paihuano. Luego me enteré de que mi madre y mi cuñado habían hablado por el micrófono de un carro de carabineros que se llegó hasta la casa gracias a que el señor en Cuzco logró avisarles por radio. El 20 mi vecino volvió a llamarme. Había conectado el teléfono a su radio y ahí pude escuchar claramente las voces de mis seres queridos. Mi vecino rechazó la botella de vino que traté de regalarle como agradecimiento por todo el trabajo que se había tomado y, siempre hablando de “nosotros”, me dio él las gracias por la confianza que le había dado. Se negó a darme su nombre completo y se despidió amablemente. Con las iniciales de la chapa que lleva detrás del parabrisas de su auto con el escudo de la Nación que me adoptó hace más de 20 años, mi hijo pudo rastrear en internet y descubrió una foto y su nombre. Muchas gracias, don Sergio Giordino, radioaficionado LU5YAU. 

Fuente: termina_enlaceRío Negro

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